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          Este juego era muy parecido al juego de las canicas. Solamente se necesita hacer un pequeño hoyo en el suelo, como el gua, poseer unas cuanta alubias.
           Se podía jugar individualmente o por parejas. Aunque no había límite de participantes, casi nunca se pasaba de seis.

           El juego consistía en lanzar una alubia al hoyo; el jugador que la metía dentro, o la dejaba más próxima al hoyo, era el primero en tirar y así sucesivamente. Si había empate se volvía a tirar, hasta desempatar.
           Si se jugaba por parejas, se tenía en cuenta la distancia media de cada pareja.

           Una vez establecido el orden, se volvía a lanzar las alubias al hoyo, procurando no hacer trampas. (lanzarlas lejos). El primero, a la voz de "limbo, cachimbo, descanso y al camposanto", iba dando sendos empujones con el dedo pulgar a l a alubia, hasta introducirla en el hoyo. Si, al decir "al camposanto", y darle el correspondiente empujón, la alubia caía en el hoyo, el jugador seguía con otra y así sucesivamente, hasta que fallara o se acabaran las alubias que previamente se habían lanzado,(si sucedía que, al decir "al camposanto", la alubia no entraba en el hoyo, se cedía la vez al siguiente jugador). Podía darse el caso de que se hubieran acabado las alubias y le quedara por decir alguna de las palabras, entonces, el jugador a quien pertenecía la ultima alubia, tenia que reponer hasta que terminara las palabras pero si, dichas las palabras, se quedaba la alubia fuera del hoyo, quien tenía que reponer las alubias era el último que la había dejado.
           Cuando se jugaba en parejas, las reglas del juego eran las mismas, salvo que, si se acababan las alubias que había en el suelo, para que el otro compañero pudiera seguir jugando, el primero, al decir "al camposanto", tenía que dejar la alubia fuera del hoya.
           Las alubias, así ganadas, quedaban en propiedad de los ganadores.

           Nunca valía tirar hacia atrás.

Delfín Cerezo

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